sábado, 26 de abril de 2014

MUNDOS ...


Cuando abrió los ojos, todo estaba en su lugar. En el lugar que alguien decidió otorgarle. Ni siquiera él recuerda quién fue, Incluso no recuerda si él mismo puso esa silla ahí, justo al lado de la mesita donde habita el teléfono que nunca suena. Ni siquiera recuerda que escogiera la ropa que lleva. Por un instante de rebeldía se erigió con la intención de desnudar sus olvidos. 
Pero calmo su abismal sensación de revolución. Miró a su alrededor, y comenzaba a recordar, el cuadro que su madre le regaló en el último cumpleaños, las sábanas húmedas por la improvista lluvia de la noche anterior, Y ese aroma que le golpeó de repente, noqueandole en el alma. Ella, sí ...  era ella. 


Su corazón se acelero , golpeando su pecho con unas ansias desmedidas de huir de esa cárcel de huesos y apatía que era su amo. sintió la efervescencia del guerrero escondido durante tanto tiempo entre los dedos de sus pies. Una imparable rabia comenzó a escalar sus piernas, a revolucionar su sistema nerviosa, a desgarrar sus ropas mientras gritaba como alguien que quiere acallar con ellos, las voces insistentes que le recuerdan que esta apagado, inerte, muerto. Incapaz de respirar oxigeno en ese ambiente angustioso, opresivo y en el que desde hace mucho tiempo las volutas ya no eran de oxigeno, si no de reproches, críticas insulsas y miradas reprobatorias. Y sin ella. 
Desnudo comenzó a girar en el salón de su apartamento con los brazos abiertos y rompiendo todo aquello que tropezaba con el, nada de valor, tan solo pesos sin más, figuras tan sinvida como él, tan oxidadas como sus huesos, tan perdidas como su alma en esta tempestad. 
Deshecho, todos sus objetos, sus accesorios esperaban en el suelo de la estancia a un poco de atención, que nunca llegó... como ella.
Miró al techo y percibió una pequeña luz, en el mismo lugar donde burbujeaba el aire de su mundo. Buscó todo lo apilable que pudiera acercarle a una oportunidad, a un camino , a una salida que no fuera esperar un tren en medio de la nada, donde no hay ni raíles ni chequeadores que te pidieran el ticket hacia el paraíso.
Sudaba todos los rencores, todas las tristezas que le atenazaron tanto tiempo su corazón, las mismas manos que le impedían respirar, las mismas cebollas que hacían de sus ojos ríos purpuras, llorando sueños. Sueños donde ella sonreía ....
Se subió, enloquecido reís ,hablaba con las parees, mientras la algarabía y la felicidad explotaba en tre sus costillas, expandiendo sus pulmones , buscando oxigeno. El mismo oxigeno que se quería penetrar en su "mundo" .
Solo tenía que buscar una salida a ese espacio constricto, cerró el puño, miró sus nudillos ,que no volverían a ser los mismos, y golpeó con fuerza el cristal que limitaba su "mundo". A ella, le encantaban sus manos , siempre las besaba perdiéndose en ellas...
Desnudo, resbalando tristeza por su piel, sacó medio cuerpo y respiró para que sus pulmones acaparaban todo el oxigeno posible ... 
Salió de ese "mundo", de la bola de cristal que le habitó durante ese tiempo, salió de su olvido y de su lejanía... caminó dando la espalda al pasado pero sin olvidarla a ella. 
Ahora comenzaba un nuevo mundo ... el suyo, el propio .. aunque deseaba que fuera con ella, pero sin perderse él.

Insthar


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