martes, 22 de septiembre de 2015

Turquesina

Soñó con aprender a dibujar. Pegó a sus manos lapices de colores y distibuyó árboles por doquier. Cada vez que terminaba uno, se reía divertida, como si fuera lo más atrevido y absurdo que se pudiera hacer.
Recordaba con añoranza esos tiempos, ella tendría 7 años, y siempre cargaba con su lapicero. Dónde plasmaría su universo de ceras, no era importante.
 Ahora  lo sentía ridículo, pues los golpes de las ramas que cayeron sobre sus brazos, roidas por la realidad, le habían despertado hacía mucho tiempo.
Pero, aún recordaba a esa pequeña niña de mirada escurridiza, que escondía tras su iris turquesina, cientos de seres extraordinarios.
Aprendió a dibujar mariposas, observando de soslayo a otras niñas. Aquello le hizó volar en su imaginación, pues cada vez que su padre le ignoraba ,ella dibujaba unas alas y soñaba con volar. Cada vez que las risas tronaban por su torpeza, ella dibujaba gigantes que pisaban hormigas. Así, año tras año, reconstruyó su mundo, con duendes de manos de seis dedos que comían solo chocolate blanco, o hadas con piernas de saltamontes, que podían salir de la galaxia de un salto. O gigantes que tenían miedo a la oscuridad. Y muchos malvados guerreros pero solo una valiente guerrera, que luchaba contra todo con la fiereza de una pantera y la sabiduria de una serpiente. Y asi, se salvó.
Nunca aprendió a dibujar. Nadie supo discernir lo que en aquellas hojas, paredes, tierra, o en las volutas del trascurrir del tiempo, ella... dibujaba . 
Nadie conoció su universo mágico hasta que no pudo dibujar en papel, ni en las paredes ni siquiera en su soledad... entonces comenzó a pintar las paredes de su alma, a colgar guirnaldas en la entrada, a llenar de flores las estancias, y a divisar las montañas por unos enormes ventanales.
Ya no dibujaba, ahora volaba como sus mariposas entre nubes con pasadizos secretos...hasta que él se coló en su corazón. Se fascinó con las guirnaldas y con las fuentes de zumo de papaya y cacahuetes. Y allí se quedó.
Entonces comenzó a dibujar en sus días , todos sus sueños. Los pintó, los moldeó  pero lo más importante es que los sintió y vivió....
Hay dibujos que como los sueños nacen para romperse. Hay dibujos como sueños que nacen para cumplirse... 
Insthar

jueves, 19 de marzo de 2015

DULCE...


Nunca se le dieron bien las palabras.Apenas habló en su infancia. Médicos y especialistas estudiaron sus cuerdas vocales, sus conexiones neuronales, incluso le estiraron del dedo gordo de lamano izquierda, por si desencadenaba un torrente de palabras. Todas aquellas que había callado. Todas las que debía al mundo, a ese mundo que no podía ver los luminosos, colgando de su diafragma, o los delfines saltar entre los pasos de cebra que comunicaban un pulmon con otro.
Una tarde, paseando con su madre, un mimo la vió y corrió hacia ella. Le regaló una flor ,de esas que solo se ven con la imaginación, y la bañó en besos de mercromina, rojos y que caían flotando como en cuentagotas. Le hizó un truco de magia, y ella, por fín sonrió. Se olvidó de silencio pesados, de salas de espera, y de no ser lo que se espera.
El mimo, alejó a la madre, anonadada pero entusiasmada, pues...su hija brillaba¡¡.
La cogió de los hombros y la hizo girar ,con los brazos estirados ondeando en el espacio, La desenroscó y la  destapó,dejando su parte superior a un lado y a buen reacudo. Se recolocó los guantes, y comenzó la intervención.  Como si fuera un bote de leche condensada, despegó el precinto con sumo cuidado y volvió a colocar  el dosificador, los hombros giraron con el aleteo de sus brazos y se cerró.
Entonces sonrió. Con los ojos, con las manos y con la voz...tan dulce como la leche condensada... Insthar