domingo, 3 de abril de 2011

TRISKEL (I PARTE)



Los gritos desgarradores alarmaron a toda la aldea. Los vecinos salieron de sus cabañas, siguiendo los llantos de dolor de una parturienta. Era la hermana pequeña del druida de la comunidad, Thuriel.
Él le acompañaba tratándole con infinidad de hierbas curativas, que a pesar de sus poderes, no consiguieron cesar el dolor inhumano de su hermana.
La luna parecía interesada en la criatura, pues su aura rozaba la tierra esa noche, alertada por un hecho mágico que llamaba su atención. Thuriel, sentía una energía poderosa que emanaba de la cabaña y de su hermana.
Apoyó su mano en el vientre abultado de Mirta, y su voz comenzó a fluir por la estancia. Apenas susurrada, se evaporaba como el agua del lago en un día de verano, esas palabras dulces y cantarinas que buscaban el descanso de su hermana.
Su respiración entrecortada, su tez pálida y las pocas fuerzas en su interior, provocaban en su mirada, un agotamiento que entristecía a Thuriel, que la sentía vencida por las circunstancias.
- Mi pequeña gacela, las estrellas están deseosas de bañar en plata a tu pequeña en honrarle con sus mimos, y en bendecir su andadura. Un último esfuerzo que dará vida a tu bebe, hermana se fuerte y lucha…
Ella le miró y entre lágrimas, gritó más fuerte, hasta sentir el diminuto cuerpo de su bebe saliendo de su interior, rasgando se carne a cada centímetro de su esperanzadora aparición en este nuevo mundo pero arrastrando tras él, el último aliento de su madre.
Cuando el bebe tocó las manos del Druida, comenzó a reír, asombrando a su tío, que miró con una sonrisa a su hermana.
Sus miradas se cruzaron. Miradas repletas de agradecimientos y paz. Momento en que ella, segura de con quien dejaba a su pequeña Duna.... se marchaba por siempre.
Thuriel, se acercó a su hermana y con hondo pesar, la despidió... con un beso en la frente.
Toda su atención, fue a para a la pequeña niña que seguía inquieta en el camastro entre risas y atentas miradas a todo lo que le rodeaba. Mientras las mujeres del pueblo preparaban a su hermana para la ceremonia de esa misma noche. Thuriel, limpiaba con paños de lino a su sobrina, inspeccionando cada centímetro de su piel. Cuando hubo limpiado con mucho amor y dulzura, el torso de la pequeña, y sus piernecitas, la levantó y se propuso limpiar su espalda. Absorto en todo lo acontecido, y pensativo en el futuro de esa pequeña, su atención se fijó en la zona baja de la espalda blanca de Duna.
La incredulidad, le dejó mudo. Una mancha oscura dibujaba en su piel, un triskel, símbolo druídico por excelencia, y que evidenciaba la importancia de esa niña, en el futuro del poblado y la cultura.
Esa sorpresa, eliminó cualquier atisbo de duda sobre ella, conocería los secretos de la magia junto a su tío, y tutor, el gran Druida de los bosques Artrul. Él la dirigiría para que en su ausencia, acompañara por el mejor camino a la aldea, y a su comunidad. La instruiría en las artes de la guerra y los poderes ocultos, hasta adiestrarla como una Druida importante dentro de la comunidad, un arduo trabajo que comenzaba esa misma noche. Su primera noche.
Thuriel inspeccionó detenidamente la marca de la espalda, mientras la niña jugueteaba con unas runas, tocaba su forma mientras miraba fijamente el dibujo que tenia cada una.
Thuriel, no salía de su asombro, esa pequeña princesa tenía en su piel, un triskel. Símbolo de su cultura que representaba el equilibrio y que como dicta las escrituras sagradas: "Tu mundo es una esfera sagrada...En su interior cohabitan las tres partes de ti, idénticas en tamaño, pero diferentes en naturaleza. Cada una de estas partes eres tú mismo y contiene tu evolución y tu alma. “Un símbolo que representa el equilibrio entre las esencias de tu ser, entre lo físico, espiritual y emocional. El símbolo de los druidas….
Y esta preciosa criatura estaba destinada al camino druídico, a dirigir a su pueblo.

Continuará...
Insthar